Este capítulo trata de cómo un buen repositorio de documentación puede ayudarnos como administradores de sistemas, especialmente en nuestro esfuerzo por gestionar mejor nuestro tiempo.
Pero primero, hablemos de por qué nos disgusta, tememos y generalmente evitamos escribir documentación.
Desconfiamos de cualquiera que nos pida que documentemos lo que hacemos porque suena como la antesala del despido. Si documentamos lo que hacemos, podemos ser sustituidos. Por otra parte, la petición de tener todo documentado viene de fuera de nuestro grupo, normalmente de alguien que tiene la “fiebre de la ISO 9001” y no se da cuenta de que documentar los procesos es un medio para conseguir un fin, no al revés.
Puede ser muy difícil empezar a escribir un documento. La palabra “documentación” evoca la imagen intimidante de un libro de 1,000 páginas que describe todo lo que hacemos, cómo se hace y cómo funcionan las cosas. ¿Por dónde empezaríamos si tuviéramos que escribir eso?
Los administradores de sistemas suelen ser perfeccionistas. Nunca podríamos documentarlo todo. ¿Por qué empezar un proyecto si no se puede terminar? Debido al tiempo que se tarda en escribir, la documentación suele quedar obsoleta durante la redacción. ¿Por qué escribir algo que será inútil el día que se termine?
Además, siempre hay una cola de gente fuera de nuestras oficinas pidiendo que hagamos cosas urgentes. Eso siempre va a prevalecer sobre la documentación. Escribir requiere largos tramos de tiempo ininterrumpido. Ningún administrador de sistemas tiene eso, ¿verdad?
Por último, los geeks odian los documentos impresos. ¿Por qué matar un árbol?
Este capítulo propone algo tan diferente que odio llamarlo documentación. En su lugar, vamos a hacer un repositorio de información que sea accesible, actualizable y útil. Lo mejor de todo es que servirá para nuestras necesidades de gestión del tiempo.